jueves, 4 de febrero de 2010
SALINGER
El guardián entre el centeno.
"Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. A D.B. tampoco le he contado más, y eso que es mi hermano. Vive en Hollywood. Como no está muy lejos de este antro, suele venir a verme casi todos los fines de semana. El será quien me lleve a casa cuando salga de de aquí, quizá el mes próximo. Acaba de comprarse un Jaguar, uno de esos cacharros ingleses que se ponen en las doscientas millas por hora como si nada. Cerca de cuatro mil dólares le ha costado. Ahora está forrado el tío. Por si no saben quién es, les diré que ha escrito El pececillo secreto, que es un libro de cuentos fenomenal. El mejor de todos es el que se llama igual que el libro. Trata de un niño que tiene un pez y no se lo deja ver a nadie porque se lo ha comprado con su dinero. Es una historia estupenda. Ahora D.B. está en Hollywood prostituyéndose. Si hay algo que odio en el mundo es el cine. Ni me lo nombren."
Recuerdo que leí este texto en los años 80, seguramente en la edición de Alianza, en 1978, con la traducción de Carmen Criado; La contraportada decía: "Enmarcada en la mejor tradición americana del protagonista rebelde que rechaza los convencionalismos de la sociedad... narra la crisis de un adolescente en busca de la autenticidad frente a la hipocresía del mundo de los adultos. Narrada en primera persona y totalmente en lenguaje coloquial, constituye un auténtico testimonio generacional" ... ya han pasado dos generaciones desde entonces y no recuerdo que suscitase en mí mayor interés; mi adolescencia y los años de rebeldía hacía tiempo que se habían atemperado y tanto el personaje como el autor me parecieron un poco "tíos raros".
Yo lo atribuía quizás a la traducción y a mi formación e influencia cultural más bien francesas, cuando muy poca gente era capaz aquí de leer literatura anglosajona en versión original... Años más tarde intenté que lo leyeran mis alumnos... y coseché un sonoro fracaso y hoy sigo pensando en que "no sé qué le ven "al guardián entre el centeno" , un título bastante ridículo para mi, __ y no soy el único__ , pero parece ser que es un libro de culto, con más de 30 millones de ejemplares vendidos.Debe ser también el producto de la "colonización cultural" que nos invade.
Aquí con "El árbol de la ciencia" de Baroja, de lectura obligatoria entre los bachilleres, no debemos ni llegarle a la suela del zapato... ¿o sí?
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2 comentarios:
yo lo lei en mi adolescencia y quedé fascinada, me partió la cabeza ese libro, tengo ganas de volver a leerlo
Gracias, Lola, por el comentario.
mariano Ibeas
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