jueves, 26 de marzo de 2009

CUADERNOS DE ARETUSA II


TERESA AGUSTÍN
DHUODA

I

Pervive en ti mi escandaloso
y ahogado miedo a la muerte.

II

Era la mañana, la que oculta la luna,
y el viento ondeaba en una bandera
invisible
que no dejaba ver las montañas del frente.

La música alimentaba el recuerdo,
el más hermoso o el más terrible,
y un grito inundando la boca,
apresuró el pasado y el presente.

Era la mañana, al que duele a la luna,
y el silencio del mar, alborotado,
entró agonizante por la puerta.

III

Lluvias de voces silenciaron las calles
y vientos insinuantes de los nortes
despertaban a las últimas dormidas.
La hora huyó
y el tiempo corría, enamorado,
detrás de ella.


( En la angustia acechante de las noches
sólo las vivas permanecieron soñando.)

IV

En la orilla hay un niño
con la cara azul
y las manos blancas.
En la orilla, detrás del mundo,
él canta una canción
de abanicos, cañones y sol.


__ El mar, en la orilla, se lo bebe todo__

V

La muñeca blanca de color de luna
rueda en los parajes
de las frentes claras.
Los ojos de ella, sus ojos de blanco
dicen de la niebla de las marionetas.

La muñeca blanca de color de luna
(del color de luna la muñeca blanca).

VI

El agua frunce el ceño
de la espera.
Sísifo envejecido
Hace ir y venir el tiempo.

VII

Mientras el mar se vestía de colores
y las arenas jugaban con las olas,
llegó el pájaro rey
y dejó el color de las aguas
en la más honda profundidad.


Tras oscuros paisajes,
las hilanderas se pinchaban
para no dormirse y despertar.
cUADERNOS DE ARETUSA, Zaragoza 1988

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